Envueltos en una dinámica encantadora vemos como Celine y Jesse, me atrevo a decir una de las parejas más creíbles del cine, debaten de temas tan serios como la muerte, religión y las relaciones humanas. Tal cual película de Woody Allen, la hermosa Vienna es el tercer gran personaje que más que ser un mero telón de fondo, la pareja interacciona con ella de una manera tan sutil, tejiendo esa belleza visual tan natural que solo he visto en películas de Allen. Parte de la emoción que brinda está película, es como llegamos a querer a estos personajes a pesar de sus defectos, defectos que los hacen seres humanos tales como nosotros es la magia de la película.
Mis escenas favoritas son cuando Jesse y Celine están en una tienda de discos, y entran a un cuarto a escuchar el disco y nerviosamente se ven tratando de que el otro no se de cuenta, captura la intimad de un acto tan simple que es la melancolía de toda la música, especialmente de las buenas canciones. También en la que fingen llamar a sus amigos por teléfonos. Si en esas escenas existiesen smartphones hubiesen sido tan distintas e impersonales, la belleza en la simplicidad de los tiempos de antes. Linklater logró capturar un romance justo en el ocaso de la existencia sin dispositivos tecnológicos.
Un ejercicio divertido es ver la película imaginando como sería si la pareja tuviese smartphones, tablets o laptops. En vez de ese vagar romántico en la ciudad, se habrían metido en Google Maps o Waze para buscar los spots más interesantes de Vienna y buscar la manera más rápida de llegar a allá. Hubiesen eso check in en Foursquare, o parado para tomar fotos y subirlas en Instagram. También chateado en whatsapp con los amigos de lo que estaba pasando. Se habrían hecho amigos en Facebook, e irían posteando lo que iba sucediendo en Twitter. No me refiero a que nada de esto fuese inmoral, sino que la intimidad que había entre ambos hubiese sido interrumpida por esta nueva urgencia de documentar cada momento de tu vida, reduciendo el tiempo de calidad para compartir y conocerse. Nos hemos transformado en una era anecdótica, con esa necesidad de siempre querer compartir y documentar todo, es para mi en lo personal mera vanidad, vivimos más preocupados en expresar esas experiencias que en verdad vivir el momento.
Es realmente irónico que lo que en esta era de redes sociales llamamos "compartir", nos resta tiempo de esos momentos en los se supone debemos estar compartiendo entre familiares, amigos, etc. No hallo nada malo en querer capturar o documentar momentos, pero la balanza está demasiado inclinada hacia la tecnología, un mundo lleno de gente con smartphones, que lo que antes solía ser lo natural, esas experiencias auténticas que solo estaban capturadas o grabadas en nuestras memorias, ahora es el nuevo normal. En fin, me quedo con la historia de Celine y Jesse, romance puro, honesto y del bueno. Sin duda alguna, uno de los mejores filmes que he tenido la oportunidad de ver, un retrato de una pareja única analizando la naturaleza humana, es esa relación que todos queremos, pero que la gran mayoría de las veces tristemente vemos escapar, solamente conservando esos recuerdos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario