Midnight in Paris

Medianoche en París es un filme romántico y encantador con un toque de comedia, dirigido por el genial director estadounidense Woody Allen. La película gira en torno a Gil, un escritor frustrado, que junto con su prometida Inez y suegros viaja a París, antes de su matrimonio. Una de las noches mientras da una caminata por el Barrio Latino, empieza a soñar despierto con la magia de París de los años 20, y tal cual cenicienta su mundo cambia al sonar las campanas de la medianoche, cuando un automóvil lo lleva a vivir las mejores aventuras de su vida.

Woody Allen le ha rendido homenaje a París, a su belleza, melancolía, historia y romance; con una fotografía majestuosa nos lleva por las calles de esta hermosa ciudad, la cual es la verdadera protagonista de esta película, inmune a sus propios clichés.

Owen Wilson interpreta a Gil, un escritor americano, cansado de depender de escribir guiones para la industria fílmica, quien está en busca de inspiración que lo haga continuar con su inconclusa obra, la cual espera sea su boleto de escape a su obligada y conformista profesión de guionista. Se va de viaje a París junto con su prometida Inez, interpretada por la bella canadiense Rachel McAdams, ya que el padre de ella tiene que ir por negocios. Inez es la típica americana de clase alta, egocéntrica, que muy poco presta atención a Gil, y que no siente mucho aprecio por la ciudad donde se encuentra. Durante toda la película me pregunté como fue posible que el soñador y la realista pudiesen comprometerse, ya que su relación me resulta confusa.

Una de las noches mientras camina en París, justo cuando las campanas de la catedral anuncian la medianoche, un automóvil pasa y sus pasajeros lo invitan a que se les una, y es aquí dónde la magia inicia para Gil, una aventura en el tiempo, la cual Woody Allen prefiere no explicarnos lógicamente  invitándonos a soñar con esa era llena de artistas y demás personajes encantadores, los cuales quisiéramos haber conocido en persona.

En resumen, Midnight in Paris nos muestra a los soñadores, esa nostalgia que tenemos en la cual idealizamos tiempos pasados, los cuales nos parecen superiores. Puede que esos tiempos no hayan sido perfectos, pero no hay pecado en soñar con ellos. Un cuento de hadas donde el disgusto de vivir en esta era y la perseverancia humana se dan la mano. De paseo con la mirada enamorada de Allen hacia la capital francesa, y una exquisita banda sonora, la cual recomiendo encarecidamente cada una de sus canciones, tenemos como resultado una postal hermosa de esta mágica ciudad, que es París. Cuando finalizó la película  me quedaron las ganas urgentes de visitarla.