martes, 11 de noviembre de 2014

La Sobrevaloración de la Humildad




Cada vez que escucho a alguien decir "Tienes que ser más humilde" la sangre que corre por mis venas empieza a hervir. Humildad. Esa sola palabra siempre ha resonado en mí como algo negativo desde que tengo uso de razón, es sorprendente para mí como en la sociedad es casi un sacrilegio darle a valor a tus propios logros, porque no es lo "correcto". 

 Después de todo... ¿Qué es la humildad? Según la Real Academia de la Lengua Española es "la virtud que consiste en el conocimiento de las propias limitaciones y debilidades y en obrar de acuerdo a este conocimiento" también lo define como "Bajeza de nacimiento o de cualquier otra especie" y por último "Sumisión, rendimiento". Con estas definiciones no me alienta mucho todavía toda esta historia de la más grande de las virtudes. 

Desde que estamos pequeños nos abomban por todos lados a ser humildes, en la escuela, en las iglesias (por supuesto) y en nuestras casas. Y si eres mujer, la cosa se pone peor, ya que a ningún caballero le gusta una chica “creída”, tienes que ser humilde para que los demás gusten de ti, para que los demás te acepten.  ¿Qué tiene de malo compartir tu éxito con otras personas? No es esa la manera en la cual enriquecemos nuestras relaciones?  

Es en la Iglesia Católica el lugar por excelencia donde me enseñaron este valor (hablo solo de esta iglesia porque es la única a la que he pertenecido). Hay que ser humildes ante Dios Todo Poderoso y estar con la cabeza baja y con temor a Dios, es inclusive uno de los siete Dones del Espíritu Santo. Yo creo que Dios me ama, y él quiere que sea feliz disfrutando de mis logros. Y creo también que Dios apoya en el individualismo, sino porque nos haría a todos tan diferentes? 

Una terapeuta hace un par de años me sugirió el libro “Enamórate de ti” de Walter Riso, recomendación que al principio no me hizo mucha gracia ya que no soy fan de los libros de auto ayuda, pero me encontré con una grata sorpresa. Ese libro hablaba mucho de eso mitos de humildad con los cuales había crecido; encontré una frase que resonó en mi: “La política de ocultar y/o minimizar el auto reconocimiento y de disimular las fortalezas que posees, produce más daños que beneficios”, aquí me di cuenta de que no estaba errada, no era la única que pensaba así. 

No crean que abogo por la arrogancia. Abogo por una sociedad que no me culpe por ser mujer, y que sea bien visto que me jacte de mis logros como cualquier empresario, atleta o artista masculino. Porque la gente no me pregunte como se siente ser exitosa siendo mujer o como equilibrar el hogar y la vida laboral siendo madre,  ya que nunca he visto que a George Clooney alguien le pregunte que se siente ser exitoso siendo hombre, y tampoco he visto que le pregunten a Bill Gates como equilibra su trabajo con el hogar siendo padre. A resumidas cuentas abogo por la auto valoración y el individualismo. No te avergüences de tu éxito, celébralo!  

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